viernes, 19 de junio de 2009

Sobre «La aguja imantada»

Sócrates en respuesta a Antifón:
«… Así como a otro hombre le procura placer un buen caballo o un perro o un pájaro, a mí me deparan aún mayor placer los buenos amigos. Y si doy con algo bueno, se lo enseño a ellos y los presento unos a otros con miras a que sean recíprocamente útiles tocante a la virtud. Y junto con mis amigos recorro los tesoros de los hombres sabios del pasado que los dejaron escritos en libros que nosotros leemos con gran cuidado. Si encontramos algo bueno, lo recogemos y consideramos que se asegura gran provecho si logramos ser útiles a otro.» [Jenofonte, Memorabilia, I,6]

Allan Bloom comenta:
«… Nos dice Sócrates que la amistad es el centro de su vida. Y todos nosotros atesoramos la idea de la amistad, pero éste no es realmente un tema moderno. Resulta difícil encontrar una discusión reciente y profunda sobre la amistad. Pero aquí tenemos por lo menos indicios de lo que son los amigos verdaderos independientemente de esas manchadas amistades fundadas en el placer o la utilidad, amistades que no son duraderas, pero que suelen constituir el fondo de lo que corrientemente se llama amistad. El amigo es el hombre con quien Sócrates puede conversar sobre el interés común que ambos tienen por lo que es bueno. Buenos caballos y perros no son los compañeros de esta partida, sólo lo son los seres humanos. Los gustos y los intereses compartidos constituyen un verdadero terreno común para ambos. Y aquí llegamos al foco de lo que nos interesa: la conciencia de un interés compartido y el alimento para éste proceden de libros escritos por los sabios del pasado. Los que aman lo bueno llegan a ser amigos porque lo conciben con la ayuda de libros sabios y antiguos… Los amigos leen juntos y hablan sobre la vida que les gustaría llevar mientras la están viviendo.» [Bloom, Allan. (1999) Gigantes y enanos. La tradición ética y política de Sócrates a John Rawls; Barcelona: Editorial Gedisa]

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